Podemos prometer la eternidad en un instante,
regalar el abismo.
Podemos regarnos las plantas de los pies,
intentar echar raices.
Podemos construir castillos en el aire
creyendonos libres de inocencias.
Todo puede ser tan cierto como sangre que dejes
en la comisura de unos labios al besarlos.
Podemos llevar tormentas en los ojos,
dolernos por capricho.
Porque los dolores siempre están en potencia.
Porque el cielo y el infierno a veces se presentan
equidistantes de la boca del placer.
Se consumen las luces amarillas, alumbrará el recuerdo.
2 comentarios:
La boca de Miguel Hernández...
Perfecto.
He disfrutado
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