A veces echamos de menos todo aquello que no sucedió:
En la otra orilla de la noche
el amor es posible.
EL OLVIDO, Alejandra Pizarnik
Aquella noche conduje por la ciudad vacía.
La música tenue en la radio
coagulaba en mis venas un veneno dulce.
Había un paraíso salvaje en cada curva
y un estruendo de metales al mirar por el retrovisor.
Durante el tiempo que duró aquel trayecto
acepté tu invitación,
caminamos por valles deshabitados,
donde nos contamos verdades
que hicieron eco en la garganta,
y al cambiar el semáforo a ámbar,
el incendio nos hizo.
Cuando apagué el motor
el tiempo se detuvo en mis manos.
Y de vuelta a casa,
llevé en las suelas de los zapatos
esa ceniza preciosa
como polvo de estrellas:
la melancolía luminosa
de lo que pudo haber sido.