lunes, 9 de octubre de 2017

arquitectura efímera


Escribo un verso
y espero impaciente
a que se derrame el poema:
que encuentre estructuras latentes,
un puente colgante de ingenio,
que una penínsulas de palabras
construyendo una isla para vivir un rato.

Escribo un verso:
el sol quemaba la hora punta de tus miedos,
y se apresuran otros verbos a desdecir el mediodía.
Hay una llave a punto de abrir una habitación mal ventilada:
bombea un desencuentro debajo del colchón,
como un felino espera a su presa,
en la sombra, afilando las uñas.
En la trastienda se han dispuesto los paisajes de la nostalgia:
una esfera amarilla, con urgencia por esparcir consonantes,
aglutina arritmias de nombres propios,
ciudades costeras y mares de vocales.
A veces tarareo una coma
o dejo en cursiva algún silencio.
Pero yo, que sólo puedo ser espectadora,
me ciño a los acentos y a la geometría del papel.