domingo, 31 de mayo de 2009


¿Será posible tener bajo la piel un cronómetro que cuente cada beso? ¿y cada paso? Una vez leí que un niño a los diez años ha recorrido una distancia aproximada de un viaje ida y vuelta a la luna.

Quizá con los besos que he ido repartiendo estos años sean suficientes para construir algo asi como un muro de Berlín, "y tú te quedas fuera" "Y tú dentro", y repartir mi ciudad interior en laberintos transitables e intransitables.

jueves, 28 de mayo de 2009

jueves, 21 de mayo de 2009


henry cartier bresson.

viernes, 15 de mayo de 2009


Es inevitable,

cuando se colocan infinitos puntos suspensivos, al final alguno es el final de los finales.

jueves, 14 de mayo de 2009

La vida nos hace inmunes

Estabamos hablando de literatura, verosimilitud y ficción.Bueno, yo hablaba, tú asentías y hacías como que me escuchabas repitiendo de vez en cuando alguna palabra. Te suena a chino el contenido de cualquier libro de texto.Te aburre desde las tapas. Yo, como cada tarde intentaba crearte un mínimo de interés. Te gusta saber más de la cuenta, aunque aún no lo sepas y a tus catorce años esté mal visto saber quien es Galdos. Y mucho más que escribe novela realista.
Lees con ritmo de la que no quiere entender,que nos importa un bledo que nos mientan, pero si lo hacen, que lo hagan bien.

Suena el móvil y no lo piensas dos veces. Cuelgas y le comunicas a tu hermano a gritos que tu madre está en el hospital y no vendrá hasta la noche.
Yo no quiero ser ninguna entrometida, pero me intereso como buena vecina.Y me cuentas que tu tía está hospitalizada porque le ha dado un riñón a su hijo, que a sus trece años no sabe lo que es tener riñones propios. Se los pasan de segunda mano, sin saber si caducarán de nuevo.
Parece que estás acostumbrada, y yo no quiero parecer una sensiblona hipocondriaca.

Me estremezco y sigo leyendo: los hechos cotidianos, la vida real,sirven de inspiración a los autores, que en muchas de sus obras crean narradores...

viernes, 8 de mayo de 2009

Cuando mi abuelo murió dejó un cuadro sin terminar. Una mesa que soportaba una tablilla de madera, tinta, plumillas y utensilios de su nueva afición: el pirograbado.
Creo que era un bodegón. Un rincón de los que le gustaba inmortalizar y acercar a la gente que nunca se había parado a observar la belleza de las cosas muertas.
Siempre retrato calles, callejones de pueblos del norte, paisajes, alguna cara familiar(yo creo que por compromiso)... En los últimos años en cambio, eligió sitios más pequeños, iba cerrando su circulo, poco a poco, como si intuyera que la llama estaba apunto de consumirse.

Era un señorito gallego, de los de costumbres cotidianas, de esos que te abren la puerta y te ceden el paso, de esos que te dan el brazo para que camines junto a ellos cuando vas por la calle. De chaqueta no solo los domingos.

Cuando murió no lloré. Es como si alguien me hubiera tapado los oidos. La reacción se me perdió, pero parecía que el resto del mundo lo asumía con normalidad. Fueron cientos de bocas las que me dijeron "lo siento" mientras yo me preguntaba : ¿tú sabes por qué doblaba papeles diminutos una y otra vez? ¿ alguna vez le viste estornudar después de cada comida?.
Fue una tarde, pasados ya unos meses cuando las lagrimas se me escaparon y supe que jamás le vería con su calma y perseverancia quemar delicadamente una tablilla en su estudio.

Ahora el olor a madera quemada me resulta demasiado familiar.

Conoció a mi abuela desde un balcón de una calle del barrio de Chamberí. Y remaba en el retiro antes de la guerra civil. Tenía un humor sarcástico, una pose admirable y una elegancia hereditaria.

Dejó un boleto premiado de la loteria en el bolsillo interior de una chaqueta.Y se fue.
Hasta los más ateos rezaron en su funeral.

Ahora mi abuela, señorita andaluza, de esas que se quitan años y salen de punta en blanco hasta a por el pan, quiere terminar lo que él empezó. Quiere que ese bodegón de naturaleza muerta tenga todas las sombras con las que él soñó y nunca pudo terminar de pintar.

martes, 5 de mayo de 2009

El poeta del extrarradio ya no deja mensajes subliminales en el reverso de las nubes. Está cansado de mensajes en botellas opacas y cristales mal paridos.
Es de rigor santiguarse en contra de su pereza, resulta aún admirable su forma de andar.
Yo con sus golpes ya habría tocado fondo, y él trepa por las paredes y deja la gravedad donde los asteriscos, en la comisura de unos labios rojos.
Se vendió al amor, por tres duros, y lo reconoce. No hay malecón que no se quede con sus suspiros, ni sirenas que no le traigan el alba a la cama.