sábado, 19 de marzo de 2011

Volvíamos pasadas las cuatro, la calle se había convertido en una pasarela de promiscuidad.
Los coches eran cadáveres. De vez en cuando alguien de tacones enfilados al infierno y medias asesinas les devolvía a la vida. Exhalación entre labios prefabricados. Carne de asfalto.
El caballero de entresemana siente estrangulado el simulacro de emociones. Sube un ángel de doble sexo al asiento trasero. Bilingüismo que dibuja clítoris y semen.

3 comentarios:

Susan Urich Manrique dijo...

"De vez en cuando alguien de tacones enfilados al infierno"

Esta frase me queda, me recorre el cerebro. Me gusta el texto, un rápido pero impactante vistazo al inframundo. Un saludo.

Patricia Nájera dijo...

me sabe a Madrid

Patricia Nájera dijo...

me sabe a Madrid