domingo, 20 de julio de 2014

collage

Quizá estemos ya en el cuarto renglón de la tercera vida.

En el horario desacompasado de verano julio rasguña la espalda de los turistas en la plaza mayor.


Tengo un recetario de palabras de bocas ajenas:
No es tristeza, es inundación
Tener el corazón como una casa de huéspedes

Anido en ellas


Nado a braza por las aceras del barrio. Me cruzo con transeúntes que aderezan las sombras: las del árbol desaliñado, la de la dársena del autobús, la del balcón del primero. No queda un poste para echar una siesta.

Luego fue otoño por un rato, de doce a cuatro de la madrugada. Cuando llegaba a casa sólo olía a tierra mojada y a leña, como en octubre.


[A ratos contemplo un collage, el niño con las manos embadurnadas de pegamento no consiguió aprobar plástica]

1 comentario:

Art. dijo...

Una vez vi mi casa de huéspedes, cómo sería si existiera el corazón de verdad. Me salió algo así http://canciondelviento.blogspot.com.es/2012/08/from-inside.html

Saludos, Cris (si puedo)