jueves, 18 de junio de 2015

De antojos pre-noche de San Juan


eivissa


Tengo antojo de isla, antojo de mar, antojo de sal, antojo de viento. Tengo antojo de arena, antojo de faro, antojo de olas, antojo a deshora -sobre todo por eso es más antojo-. Tengo antojo de partir y de llegar, e incluso ,si me apuras, tengo antojo antojo de volar -o puede que esto no sea cierto-. Tengo antojo de comer a las cinco, de quitarme el reloj, tengo antojo de la marca del bikini y de hacer el muerto.

Tengo antojo de ese olor, que no sé muy bien, si es del cloro o del tomate, o la mezcla y las ensaladas aliñadas con sol y siesta. Tengo antojo de anestesiar la rutina, de quitarle el precinto a las noches de agosto, de andar descalza -siempre y a todas horas-. Tengo antojo de mañanas y de tardes tras el zumbido del verano, que no es otro que la ciudad en barbecho, introvertida y despreocupada como una quinceañera.


Tengo antojo de mojarme el corazón. Tengo antojo de que me dejen sin palabras. Tengo antojo de construir hogares de cinco minutos, tras otros cinco, y otros cinco y los otros cinco que vinieron antes. Tengo antojo de mezclar  agua y fuego y aprender del equilibrio de los elefantes. Tengo antojo de emocionarme con un paisaje nuevo, de querer decirte -mira, ¿habías visto algo igual?- y meter los instantes decisivos en un carrete en blanco y negro, para tener razones -o no- de que te me antojes. 

1 comentario:

Didac Udagoien dijo...

Esta mañana escuché que un elefante viajará en ferry desde Plymouth hasta Santander, desconozco el propósito de semejante osadía.