sábado, 12 de abril de 2014

S.L.H.

Aprendimos a ser mayores en el borde de un vaso de cerveza. Luego aprendimos a mentirles y a fingir que corremos hacia todos esos sitios donde la gente parece muy bien saber que corre. Aprendimos a sabernos y a leernos entre líneas o entre necios. Aprendimos a cuestionar la punta de nuestros zapatos y ensalzar el tropiezo como la guerra ganada. Aprendimos a callarnos  a destiempo, cuando el silencio se hizo cómodo. Aprendimos a hablarnos inventando la importancia que quisimos para las palabras que parimos. Aprendimos a verbalizarnos. Aprendimos a dolernos. Aprendí que el exceso de astucia no es nada, ni todo lo válido es astuto. Aprendí de los términos medios lo mejor y lo peor y ahora vivo en un extremo de medias tintas que dejan caminos a medias y el vaso medio lleno o medio vacío. Quién se atreve a vaciar el vaso de cerveza en el que aprendimos a ser mayores. 

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