viernes, 21 de enero de 2011

Este año estoy perezosa para escribir sandeces cumpleañeras. Se va cogiendo tablas cada enero...Lo que si me apetece contar hoy es algo que siempre sucede, año tras años y me resulta un tanto mágico. Mi madre se pone nostálgica la noche antes de mi cumpleaños, y ayer no iba a ser menos. Acabamos cenando las dos en la cocina y hablando de banalidades del día y cansancio acumulado. Entonces cambia la mirada y me dice alguna frase como -qué deprisa pasa el tiempo-. Pero anoche me lo preguntó a mi -¿te parece que el tiempo pasa deprisa?-. No sé si pretendía medir mi reloj interno, o que le dijera alguna frase esperanzadora, alguna receta para saber apreciar un segundo y otro y otro.
Obviamente le contesté que si, que de un tiempo a esta parte el mundo está acelerado, que sufrí un sock cuando a mi hermano hace nada le puse las velas de los diecinueve, y parecía ayer cuando las estaba soplando. Que me daba por pensar hace tiempo, haciendo castillos en el aire, que tendría veintitrés cuando acabara la carrera, y de golpe y porrazo me planto allí, con lo puesto, sin avisar. Sin prisa y sin pausa, con incertidumbre.
Mi madre me seguía mirando, supongo que pasaban por su cabeza el día del parto, los momentos previos, las primeras sensaciones maternales, el sol radiante de un enero frio. También pensaría algo así como -¡insensata, me estás haciendo mayor!-, porque acto seguido se sorprendió por su edad, pero qué más quisiera llegar yo así de bien a los cincuenta. No sé lo digo, pero lo sabe de sobra. Porque la adoro. Porque yo fui la culpable, la primogénita, la niña. Yo fui la culpable de que algo en su mirada cambiara para siempre. Porque las madres tienen algo más allá de las retinas. Una barrera en la que ya no hay vuelta atrás, quedas condenada a engendrar y sentir un miedo irracional (materno) a que tu hijo sufra.

Hoy ha sido un buen día, y aunque me da pena abandonar los veintidos, porque ha sido un año increiblemente bueno, no me da pereza si los empiezo brindando con un chico lleno de magia, los amigos de siempre y los que se suman, que son la sal del día a día, con regalos ansiados, teniendo una conversación sobre literatura y que en cinco pasos nos plantemos en La Casa del Libro para que me leas: Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas, pecado mío, alma mía…

4 comentarios:

"Aquel chico..." dijo...

Pufffff...

se nos va el tiempo y la vida.

Las cosas escapan y no hay memoria que cuando recuerdo, no estima.

En breves llega mi cumpleaños y este texto me deja cojeando.

Meme dijo...

Pero quiero ser madre, algún día...

txeri dijo...

muchas felicidades, que sean muchos más!

Una pregunta. La canción de quique gonzález que tienes puesta, puedo encontrarla en algun sitio?

Pecas dijo...

Felicidades! yo también cumplo años en unos dias, y si... el tiempo pasa volando y no nos damos ni cuenta hasta que encontramos la calma para pararnos y mirar atarás